La Soledad: ¿cómo experimentarla a favor de nuestra propia evolución?
- Carolina Cortés

- 2 oct 2023
- 4 Min. de lectura

La soledad es un estado inevitable. Por más que luchemos por estar lo mejor rodeados, habrá momentos en los que sólo estaremos con nuestra propia compañía; aunque pensándolo bien, nunca dejamos de estar con nosotros mismos. Así como nunca nos desconectamos de otros del todo, aunque no estén presentes, sus voces están internalizadas en nuestra mente y las tenemos en cuenta en nuestro diálogo interno, sin escucharlas en nuestro oído. La cuestión esencial sobre la soledad no es si estamos o no solos, si no cuando lo estamos ¿cómo decidimos experimentar la soledad?
Muchas veces en la vida elegimos evadir la soledad para no ver el dolor que hay en nuestro interior, nos refugiamos en otros para aliviar el sufrimiento que surge de expandir y sobredimensionar el dolor. Pero ¿qué pasa cuando la vida nos obliga a saber estar solos? En esas circunstancias, estamos llamados a conocernos y reconstruir la relación con nosotros mismos desde una mayor conciencia y desde una profunda aceptación de la condición vital en la que nos encontramos.
La soledad puede ser una oportunidad para observarnos desde diferentes perspectivas, de identificar cómo nos sentimos solos y ver cómo nos hemos estado relacionando con nosotros mismos (en ausencia y presencia de otros). Poco a poco, podremos develar y cuestionar las creencias que nos ha reforzado la familia y la sociedad de que la soledad es un castigo. Al contrario, puede ser lo que necesitamos para redirigir nuestras vidas hacia la verdadera felicidad, pues una persona que sabe realmente estar con sí misma, sabe cómo estar con otros; sin la necesidad imperiosa de compañía sino desde el gozo de apreciar y enriquecerse con la presencia de la alteridad.
Especialmente, cuando pasamos por un proceso de despertar espiritual, entramos en periodos de soledad, indispensables para poder tomar conciencia de quién realmente somos, develando las limitaciones del ego y conectando con nuestra esencia (el alma). A veces estos periodos de soledad pueden extenderse más de lo que quisiéramos, pues aún hay procesos internos que deben emerger y requieren tiempo (posiblemente estos periodos ya estaban definidos en nuestro plan de alma antes del nacimiento). Aparte de la aceptación, otra cualidad que desarrollamos en estas experiencias es la paciencia de estar con nosotros mismos, viendo de frente nuestra sombra (la oscuridad de nuestra personalidad egoica) y logrando integrar y transformarla en virtudes y aprendizajes. Por ejemplo, si suelo ser una persona orgullosa, la vida me ha puesto desafíos para desarrollar más humildad.
Otro polo que es usual experimentar, después de pasar por largos periodos de soledad es la creación de una falsa autosuficiencia, que incluso puede conducirnos a un solipsismo desarmónico. Si bien somos seres esencialmente espirituales, de ahí no se sigue que no seamos también seres sociales. En realidad, me atrevería a decir que el crecimiento espiritual puede llegar a ser más enriquecedor cuando se tiene una perspectiva relacional, desde la cual uno crece con otros, logrando integrar la sombra de uno mismo que uno proyecta en los demás y pudiendo ponerse en servicio de un proceso evolución de conciencia más amplio, que implica colaboración y la construcción de relaciones horizontales, primando un diálogo de saberes y no una mera exaltación de los egos individuales.
En síntesis, aprender a relacionarse con mayor sabiduría con la propia soledad nos desafía a emprender estas acciones:
Aceptar nuestra condición vital en la cual la soledad se vuelve un tema: el momento en que la soledad nos molesta y se vuelve un tema que nos aflige, en realidad nos da muchas pistas. La pregunta ¿por qué ahora?, nos puede mostrar que el sentimiento de soledad viene después de transitar quiebres en nuestra vida; por ejemplo, separaciones o pérdidas. Quizás necesitamos justamente tiempo para elaborar y asimilar experiencias vitales y realmente aprender de ellas, sin seguir en piloto automático, dejando de repetir experiencia sin tomar verdadera conciencia y responsabilidad de nuestra vida.
Transformar la forma como nos relacionamos con nosotros mismos y los otros: el encontrarnos con nosotros mismos puede ser doloroso o muy gratificante, depende de lo que encontremos en nuestro interior por transitar. En el proceso posiblemente viviremos muchas emociones y construiremos muchas comprensiones sobre nuestros self y de quienes nos han tocado las heridas más profundas que no queríamos ver. La clave es ver los patrones que repetimos e ir con paciencia transformándolos en otros más saludables. Si suelo ser muy autoexigente conmigo, posiblemente siento que no soy suficiente y por ende trate al otro con la misma dureza con la que me trato, entonces cambiar la autoexigencia por autocompasión puede llevarme a apreciarme más como persona en los avances y logros que tengo y por ende, construir relaciones más amorosas en las que también logre ser más empática con otros.
Desarrollar un balance entre los tiempos de soledad y con otros: como en cualquier otro aspecto de la vida, la moderación es fundamental. Saber disfrutar y vivir en presencia el tiempo con sí mismo (a) me ayudará alcanzar mayor autoconocimiento, independencia y felicidad, pues podría distanciarme lo suficiente como para observar cómo voy en mi vida y si vivo la vida de manera auténtica. Del mismo modo, podré aprender con otros y compartir la felicidad que ya siento por cómo llevo mi vida, enriqueciendo la vida de los demás.




Comentarios